La última pregunta. (Cuarta parte)

Primera parte.
Segunda parte.
Tercera parte.


Sólo dos preguntas.

La capucha que cubría la cabeza de Ismael escondía una mordaza que mantenía prisioneros a sus labios. Llevaba en esa situación tanto tiempo que no podia saber si era de día o de noche. No tenía referencia alguna sobre dónde se encontraba ni tan siquiera sabía si frente a él había alguien en ese mismo momento. Oyó cómo una puerta se abría y cómo alguien se le iba acercando. El ruido de sus zapatos rompía el atronador silencio que llevaba horas escuchando e incluso el carraspeo que hacía el desconocido mientras andaba le resultaba agradable.

Dani comprobaba que todo aquello que había pedido estaba en su sitio. El preso atado, amordazado y con la capucha en la silla. Frente a él la mesa con la maleta y una segunda silla en la que poder sentarse. El torturador quería que el preso supiera que él ya había llegado. Se sentó en la silla y comenzó su discurso.

-"Estoy aquí para obtener información y tú estás aquí para dármela. Por lo que respecta a mi todo lo que hay fuera de esta habitación no existe, de igual modo que, para tí, todo aquello que hay fuera de la capucha que llevas puesta tampoco existe. Puedo estar aquí minutos o días, eso depende de tí". Dani guardó silencio unos segundos y observó cómo el preso apenas movía la cabeza mientras él hablaba. -"Ha habido antes otra gente sentada en esa misma silla, en tu misma situación, y se han marchado intactos tras unos minutos de charla. También ha habido otros que han estado durante horas y se han marchado con heridas más que graves. Y por último los hay que han estado más tiempo del que incluso yo mismo hubiera deseado y han muerto. Porque en realidad mi misión no es matar a nadie, no. De hecho cuando el preso muere lo considero un fracaso personal, cuando no una ofensa por parte de la víctima. Me esmero bastante para que no muera nadie, aunque pienses lo contrario. Hay quienes piensan que la tortura es una batalla que se libra entre los gritos del reo y las acciones del torturador. Hay quienes se imaginan en esta situación, como tú, atado y se preguntan si resistirían. En realidad la respuesta a esa pregunta ya ha sido tomada antes de que empiece a trabajar. Porque si sabes que no hablarás más te vale morir rápidamente, porque esto será largo. Y si sabes que no resistirás más te vale hablar pronto, porque si no todo el dolor que sufras te lo llevarás contigo aunque sobrevivas. Así que dime, y esta será la primera de las dos preguntas que te tengo que hacer; ¿Serás capaz de soportar el dolor o no?". En cuanto terminó de hacer esta pregunta abrió su maleta y comenzó a sacar de ella sus herramientas.

Isamel escuchó cada palabra que Dani. Sabía que su situación era crítica y también sabía que toda esa charla que su enemigo acababa de soltarle era innecesaria. ¿Saber si iba a resistir? Sabía que podía resistir, era imprescindible que resistiera, muchas vidas dependían de que lo hiciera. Fue capturado el lunes a las 18:33, eso lo recordaba, intuía que llevaba casi dos días preso. El campamento no cambiaría su localización hasta 72 horas de su captura como medida de seguridad. Si hubiera pasado ese tiempo ahora estaría muerto, pero le necesitaban con vida, y eso le era útil. Tan sólo tenía que callar un día, veinticuatro horas y su gente estaría a salvo. Su torturador no tenía que hacer la segunda pregunta porque él ya la sabía, y no les diría la posición de su campamento.

El preso escuchaba cómo su enemigo abría lo que le pareció una maleta metálica. Luego percibió el lacerante sonido del frío metal cayendo sobre la madera de una mesa. Oía cómo se movía de un lugar a otro de la habitación. Escuchó el rascar de un mechero, el sonido del agua vertiéndose en un recipiente e incluso el gas escapando de una lata que su captor no dudó en beber.

Dani se acercó al preso, Ismael podía sentirlo cerca. -"¿Ya sabes la respuesta a mi pregunta?" Se colocó detrás del reo y arrancó la capucha de su cabeza y retiró su mordaza. Ismael sintió cómo la luz penetraba en sus ojos con violencia, pero no quiso cerrarlos, necesitaba ver lo que le esperaba. Pudo ver una mesa de madera frente a él con varios objetos metálicos que le era imposible reconocer porque el destello que emitían cegaba a sus ojos que llevaban en oscuridad varias horas. Una llama a lo lejos calentaba lo que parecia un matraz que contenía un líquido. Había trozos de cuerdas por el suelo, cortadas y separadas por tamaños. Dani, que seguía tras Ismael, le preguntó de nuevo -"¿Sabes ya si resistirás?". La luz que penetraba en sus doloridos ojos apagaba su voz. Ismael sintió cómo todos los resortes que su entrenamiento de soldado habían reforzado saltaron en ese instante para responder la frase que ambos sabían que iba a continuación; -"Olvídate, no diré nada", le respondió el soldado. Inmediatamente Dani puso de nuevo la capucha a Ismael. -"De acuerdo, respeto tu parecer. Ahora te haré la segunda pregunta, dime las coordenadas de posición de tu campamento. y no pienses que podrás estar aquí un día entero, porque como ya sabes el tiempo apremia". Ismael repitió de nuevo -"No diré nada". Oyó cómo cogía un objeto metálico de la mesa y lo acercó a su pierna. -"¿Sabes una cosa, y esto que no salga de esta habitación, en realidad no me gusta verme como un torturador si no más bien como un músico, como un director de orquesta que hace que todos los instrumentos suenen a la vez en un concierto. ¿Te gusta la música clásica muchacho? Porque ahora mismo me apetece escuchar un poco de ella, y voy a empezar a dirigir a mi orquesta. El bisturí estaba afilado, porque Ismael no notó el corte en su pierna hasta que Dani vertió sobre él un líquido.

Continuará.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Más, más, más!

Entradas populares de este blog

Una sola flecha.

La sangre de un dios.

Cosas que aprendí esta semana.