Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2010

La última pregunta. (Cuarta parte)

Primera parte. Segunda parte. Tercera parte. Sólo dos preguntas. La capucha que cubría la cabeza de Ismael escondía una mordaza que mantenía prisioneros a sus labios. Llevaba en esa situación tanto tiempo que no podia saber si era de día o de noche. No tenía referencia alguna sobre dónde se encontraba ni tan siquiera sabía si frente a él había alguien en ese mismo momento. Oyó cómo una puerta se abría y cómo alguien se le iba acercando. El ruido de sus zapatos rompía el atronador silencio que llevaba horas escuchando e incluso el carraspeo que hacía el desconocido mientras andaba le resultaba agradable. Dani comprobaba que todo aquello que había pedido estaba en su sitio. El preso atado, amordazado y con la capucha en la silla. Frente a él la mesa con la maleta y una segunda silla en la que poder sentarse. El torturador quería que el preso supiera que él ya había llegado. Se sentó en la silla y comenzó su discurso. -"Estoy aquí para obtener información y tú estás aquí para dármela

La última pregunta. (Tercera parte)

Primera parte. Segunda parte. Pura rutina. Era otro curso rutinario, otro curso de esos en los que el temario era leído por un superior y en el que nadie hacía preguntas una vez terminado. Algunos soldados que se encontraban en la sala doblaban las fotocopias que habían recibido haciendo de ellas un cilindro, otros habían llenado las páginas de dibujos. Así de tediosas resultaban estas clases. El general había terminado de leer lel texto y todos asentían afirmando haber comprendido el temario. Un cuestionario con cinco preguntas fue repartido entre los alumnos por el secretario el general. Era todo una farsa, a nadie le importaba si los soldados habían aprendido algo o nada en el curso, tan sólo quería sus firmas en un impreso rosa que aseguraba que habían sido adiestrados. Una vez recogieron los cuestionarios el general se levantó de su mesa y continuó con el curso pese a que todos lo daban ya por finalizado. -"Durante estos meses os hemos enseñado a sobrevivir en estados extremo

La última pregunta. (Segunda parte)

Primera parte. Frente a la ciento quince. Uno, uno, cinco. Estos eran los números que se mostraban en la puerta que Dani visitaba cada vez que entraba en el edificio. Frente a ella había un médico que revisaba unas notas en su cuaderno. SIn levantar la cabeza el médico miró por encima de sus gafas al visitante. Su cara no pudo ocultar un gesto de molestia que el éste percibió. -"Buenas tardes doctor" dijo Dani con una excesiva amabilidad mientras le ofrecía su mano. El médico bajó la mirada y siguió con leyendo sus notas sin soltar sus manos del cuaderno. -"Puede pasar, el paciente está ya estable para su..., ejem, para su interrogatorio". -"En realidad no voy a interrogarle, pero eso ya lo sabe ¿verdad doctor?". Dani sabía de la hostilidad del médico hacia él, por eso prefería tomar la iniciativa en el ataque mostrando sus cartas. -"Prefiero no saber lo que va a hacer con el paciente, hasta donde a mí me corresponde le he curado de sus heridas y ahor

La última pregunta. (Primera parte)

En el ascensor. Cada vez que entraba en el ascensor a Dani le costaba recordar cuando fue la última vez que bajó de la última planta del edificio. Sólo podía recordar cuando subía a la sala ciento quince, nunca guardaba el recuerdo de cuando salía de ella y bajaba en el ascensor para volver a su casa. No era extraño en su caso, en realidad hasta lo comprendía. En esta ocasión iba acompañado de César, un joven soldado que apenas había comenzado a trabajar en esta sección. A Dani le parecía que el término "trabajar" no era apropiado para un soldado. El ejército no trabaja, porque ellos están constantemente en actividad; los soldados viven en su guerra. Notó que el inexperto cabo estaba preocupado por lo que rompió el silencio del viaje en ascensor; -"¿Es el primer prisionero que capturáis en este cuadrante?" dijo Dani con manifiesto interés. -"Si, es el primero que capturamos..., bueno, al menos el primero que todavía se mantiene con vida". -"Ya, he oi

Bajo la cama.

Imagen
-"Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos". G.K. Chesterton . David pudo sentir desde la cama de su recién estrenada habitación, los gritos de miedo de su hermano pequeño. Entró en el cuarto y vió la figura de Víctor cubierta por la manta, usando las sábanas como un escudo contra el peligro. -"¿Qué te ocurre?" le dijo a su hermano mientras se iba acercando a su cama. -"Tengo miedo, no me gusta dormir solo". -·"¿Y de qué tienes miedo?". Todavía si salir de su improvisada cueva de sábanas Víctor dijo en voz muy baja; -"De los monstruos". Apenas cinco años de diferencia les separaban, cinco años que en los adultos es un instante y en los niños toda una vida. Víctor ya no creía en los reye s magos, ni en Papá Noël , ni en que los padres eran esas personas infalibles que tienen la solución para todos los problemas. El hermano mayor esta