Veinticuatro mas una.
Cuando nací mi padre equivocó mis apellidos, en vez de regalarme uno suyo y otro de aquella que a bien tuvo mantenerme nueve meses en su vientre prefiririó, él dice que fue sin querer, rubricar un papel con sus dos apellidos, relegando los de mi madre al olvido. Este error sólo duró unos días, hasta que el médico sagaz descurbrió el error en la partida de nacimiento. Quién sabe si por el entusiasmo que pudo contagiar mi padre al funcionario éste en vez de poner la fecha del año en curso, resbaló trescientos sesenta y cinco días en el futuro y puso en el padrón del ayuntamiento como mi fecha de nacimiento el año venidero. Mientras a mis amigos le llegaba la carta para tallarse por el servicio militar, mi buzón de correos estaba huérfano de cartas caqui y tuve que personarme en el Gobierno Militar para ser informado de que a mi todavía me faltaba un año. Este error duró dieciocho años. De pequeño siempre quise tener D.N.I. Supongo que era porque con mis catorce años estaban de moda esas ...