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Mostrando entradas de junio, 2010

A Saramago.

En ocasiones conocemos a gente de las que nos llevamos muchas cosas con nosotros. Aprendemos de sus maneras, de su cadencia al hablar, escribir o moverse. Imitamos o hacemos nuestras sus manías y fobias, empatizamos con sus anhelos y, sin saber en qué momento sucede, un prisma de nuestra personalidad, como si la faceta de un diamante se tratara, se talla a su imagen; a la imagen de esa persona. Conozco a mucha gente y pese a que me cueste un poco labrar amistades, soy ligeramente tímido, siempre aprendo algo de quienes me rodean. Pero la gente que más me suele fascinar es de aquella de la que aún no sé que tengo que aprender y aún así sé que algo me ofrecen. Es como un caramelo oculto, como un incentivo que persigo pero no soy capaz de ver. Lo peor para un galgo en un canódromo sería perseguir a su liebre sin saber que hay una liebre. Hace unos días un amigo dejó un mensaje en un post, un mensaje que me ha encantado y procedo a reproducir. Habla sobre poetas y rebeldes, escritores y es

La hoguera.

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Mi deseo en palabras, las palabras sobrev un papel, todo frente a las llamas de la hoguera del santo. A mi lado un chico, de igual nombre que el del homenajeado me dijo -"¿Que has escrito en el papel?". Lancé mi deseo garabateado con una letra infantil a las llamas que consumen y se consumen. Miré al fuego retándolo, y respondí -"Que el papel no arda". Cenizas de deseos.

Rebeldes.

-"Los hombres vienen y van, pero la tierra permanece" Eclesiastés, 1, 4 Todavía quedan ciertos rituales del pasado que los ancianos se empeñan en mantener y los jóvenes, que nunca interiorizarán el por qué de estos caprichos, ejecutan más por obligación que por placer. Cash es un joven que recién a comenzado a trabajar en la mina y pese a su inexperiencia comprende que, ante todo, está la obligación que ha contraído con su comunidad por el simple hecho de nacer, por el simple hecho de existir. Una obligación que le lleva a realizar los rituales del día de la Liberación como el resto de sus hermanos. En la mina el trabajo es monótono y sencillo, dos cualidades que a Cash le producen una inmensa tranquilidad; saber que cada día, al inicio de su jornada se encontrará justo lo que él espera que suceda, porque es lo mismo que hizo ayer y antes de ayer, le conforta. No hay sorpresas, no hay traumas, no hay conflictos en su labor. Llevan ya dos horas de jornada y Cash ya ha empezad